(Revista Padres de Alumnos nº 61 - CEAPA) RACISMO Y XENOFOBIA |
Aunque racismo y xenofobia sean conceptos muy relacionados, en realidad, el racismo es un comportamiento inspirado en una doctrina que establece la jerarquización de los diferentes grupos humanos, diferenciados por sus características raciales. Es por tanto una ideología. Ideología que, durante el siglo XIX pretendió dotarse de fundamentos científicos asegurando que diferencias genéticas provocaban las correspondientes desigualdades de inteligencia, desarrollo cultural, afectividad, personalidad,... y, en consecuencia, justificaban el dominio de un grupo humano sobre otro, a la par que atribuía a todos los individuos del grupo las mismas características, creando el correspondiente estereotipo de cada grupo. Este componente ideológico ha impregnado doctrinas políticas y comportamientos sociales entre las que se pueden destacar: el nacionalsocialismo de Hitler, el fascismo de Mussolini, una larga tradición de comportamientos post-esclavistas en Estados Unidos, más marcados y persistentes en los estados sureños que pertenecieron a la Confederación y llegó a inspirar la mismísima Constitución y una amplia legislación derivada en la República de Sudáfrica hasta la abolición del "apartheid" en 1991. El principio ético de igualdad entre todos los seres humanos en cuanto a dignidad y derechos sería suficiente para dejar sin efecto toda discusión sobre el racismo, pero es que ni siquiera es necesario recurrir a este principio, porque científicamente ha quedado perfectamente demostrado, no sólo la falsedad de la relación de causa entre las diferencias genéticas y las de inteligencia y comportamiento, sino también que los estereotipos grupales son un puro camelo, ya que se fundamentan, cuando existen, en situaciones socio-culturales y nunca en determinaciones genéticas. A todo lo anterior hay que sumar la dificultad añadida de ser racista en España, ya que partiendo de una mezcla celtibérica recibimos aportes de sangre fenicia y cartaginesa, posteriormente el ejército romano, que no se distinguía precisamente por ser de "pura raza", distribuyó genes variados por "Cesaraugustas", "Legioseptimas" y "Eméritas". Cuando los Reyes Católicos expulsaron el pueblo árabe, muchos de sus individuos se quedaron y sobre todo se quedaron los genes entremezclados durante ocho siglos. Algo parecido se puede decir del pueblo judío. Con semejante amalgama, a ver quien distingue aquí la raza autóctona por el color de la piel, de los ojos, del pelo, capacidad craneana, ángulo de la nariz o "errehaches". Después de lo expuesto creo que se puede afirmar que sólo queden tintes de racismo con este matiz de doctrina ideológica en unos pocos grupúsculos de media docena de descerebrados. A diferencia de lo que ocurre con el racismo, la xenofobia no es una doctrina ideológica, sino un conjunto de actitudes que se identifican con la hostilidad, el rechazo, el odio hacia lo extranjero, hacia las personas, hacia su aspecto, sus costumbres, su religión,... Este tipo de actitudes sí que surgen por doquier cuando la proporción de la población inmigrante aumenta y empiezan a aparecer roces laborales, escolares, de seguridad ciudadana, de drogas o de cualquier otro tipo. Los mismos roces que son habituales en cualquiera de las muchas localidades donde no existen aún poblaciones inmigrantes de cierto tamaño, pero en las que, precisamente por este hecho, no pueden traducirse en actitudes xenófobas. Hay que llamar la atención sobre un detalle que puede pasar desapercibido y es que la xenofobia no se manifiesta solamente en aquellas acciones con resultados a veces abominables, sino de manera más cercana en los prejuicios, opiniones o comportamientos negativos o ambiguos y omisiones ante las discriminaciones que ocurren a nuestro alrededor, en nuestro barrio, o en nuestro colegio y en las que, sin participar directamente, somos testigos pasivos y culpables por ello. Las actitudes de desprecio y de rechazo se dan con mayor frecuencia entre las clases sociales de menor nivel adquisitivo y cultural, porque es evidente que a un extranjero rico o prestigioso nadie lo desprecia. Cuando un jeque árabe viene a su mansión de la Costa del Sol, gentes del pueblo, en paro, hacen cola en la puerta para intentar conseguir un trabajo ocasional, pero cuando es el árabe el que viene, unos kilómetros hacia el este, a buscar trabajo al " mar de plástico" de los invernaderos, las mismas gentes del pueblo entran en conflicto con él. En Madrid , Roberto Carlos despierta pasiones de admiración, incluso en grupos de seguidores fanáticos de su equipo que pueden llegar a tener tintes racistas y que, sin embargo reconocen a este sudamericano como un auténtico ídolo, a nada que le meta un golazo al Barcelona. Pero por el contrario, la dominicana asesinada en Aravaca y todo el grupo con el que ésta vivía lo que recibían era odio de ese grupúsculo de asesinos que acabó con su vida. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario