No podemos asociar cualquier idea de innovación didáctica con una orientación realmente alternativa (...)No podemos asociar cualquier idea de innovación didáctica con una orientación realmente alternativa.
Hoy, criticada la enseñanza tradicional y transmisiva (aunque persiste en la práctica), es necesario también ir más allá de la “pedagogía activa”. Al conjunto de reflexiones teóricas en las que enmarcamos cada elemento concreto hemos dado en llamarlo enfoque socioeducativo, pues integra aspectos sociales y educativos.
Así, la función de la educación es la consecución de logros con significación personal por parte de quienes intervienen en ella, a la vez que se busca la mejora y la transformación social a través de un mayor compromiso de las personas en su entorno concreto y en el sistema global. De esta finalidad, diferente a la de la “pedagogía activa” (cuya finalidad explícita es mejorar los aprendizajes individuales), se derivan modos de actuar coherentes con ella (“actividad con sentido”, “relación escuela-entorno”...).
- El sistema educativo es en realidad una parte del sistema social: la institución escolar actúa dentro de la sociedad, necesariamente; cumple unas funciones concretas e interactúa con las realidades sociales, que le trascienden, y que vienen dadas por un sistema socioeconómico capitalista de consumo y por un sistema político de democracia delegada.
- La escuela no puede, por sí misma, conseguir transformar la sociedad o el entorno, pero sí puede contribuir a una acción democratizadora y compensadora.
- Complementariamente, hay que exigir que esta acción transformadora se lleve a cabo desde todos los ámbitos: político, socioeconómico, cultural, etc.
- Hoy, las funciones que la sociedad asigna al sistema escolar tienen contradicciones entre sí y a veces son abiertamente incompatibles, especialmente cuando consideramos las “implícitas” (selección social, reproducción ideológica...) frente a las “explícitas” (educación para todos, conocimiento crítico...).
- Las características de la sociedad en la que vivimos, a la vez que permiten una serie de posibilidades educativas (cierto grado de libertad personal, democracia formal, acceso a realidades lejanas...) dificultan otros objetivos (esfuerzo, atención, pensamiento crítico, experiencias directas...).
- La sociedad actual excluye y no integra, en relación con la educación, a través de mecanismos como la “igualdad de oportunidades” (entendida como “dar” a todos lo mismo, como si los niveles de partida fuesen los mismos), el modelo cultural único que impone la escuela, la concepción centralista como modelo eficaz, la participación delegada que no aborda los conflictos, el uso mercantilista de la educación, la jerarquización entre centros, la existencia de centros privados, etc.
No podemos asociar cualquier idea de innovación didáctica con una orientación realmente alternativa.
Hoy, criticada la enseñanza tradicional y transmisiva (aunque persiste en la práctica), es necesario también ir más allá de la “pedagogía activa”. Al conjunto de reflexiones teóricas en las que enmarcamos cada elemento concreto hemos dado en llamarlo enfoque socioeducativo, pues integra aspectos sociales y educativos.
Así, la función de la educación es la consecución de logros con significación personal por parte de quienes intervienen en ella, a la vez que se busca la mejora y la transformación social a través de un mayor compromiso de las personas en su entorno concreto y en el sistema global. De esta finalidad, diferente a la de la “pedagogía activa” (cuya finalidad explícita es mejorar los aprendizajes individuales), se derivan modos de actuar coherentes con ella (“actividad con sentido”, “relación escuela-entorno”...).
- El sistema educativo es en realidad una parte del sistema social: la institución escolar actúa dentro de la sociedad, necesariamente; cumple unas funciones concretas e interactúa con las realidades sociales, que le trascienden, y que vienen dadas por un sistema socioeconómico capitalista de consumo y por un sistema político de democracia delegada.
- La escuela no puede, por sí misma, conseguir transformar la sociedad o el entorno, pero sí puede contribuir a una acción democratizadora y compensadora.
- Complementariamente, hay que exigir que esta acción transformadora se lleve a cabo desde todos los ámbitos: político, socioeconómico, cultural, etc.
- Hoy, las funciones que la sociedad asigna al sistema escolar tienen contradicciones entre sí y a veces son abiertamente incompatibles, especialmente cuando consideramos las “implícitas” (selección social, reproducción ideológica...) frente a las “explícitas” (educación para todos, conocimiento crítico...).
- Las características de la sociedad en la que vivimos, a la vez que permiten una serie de posibilidades educativas (cierto grado de libertad personal, democracia formal, acceso a realidades lejanas...) dificultan otros objetivos (esfuerzo, atención, pensamiento crítico, experiencias directas...).
- La sociedad actual excluye y no integra, en relación con la educación, a través de mecanismos como la “igualdad de oportunidades” (entendida como “dar” a todos lo mismo, como si los niveles de partida fuesen los mismos), el modelo cultural único que impone la escuela, la concepción centralista como modelo eficaz, la participación delegada que no aborda los conflictos, el uso mercantilista de la educación, la jerarquización entre centros, la existencia de centros privados, etc.
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